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martes, 6 de enero de 2015

Ayotzinapa

Nuestra querida tierra gime de dolor, confundida entre sangre y lágrimas se agita descontrolada, madres sin consuelo y padres sin esperanza...

Nuestra querida tierra gime de dolor, perdida entre las tumbas de los desaparecidos, desconsolada y deshecha ha perdido lo que tanto amaba...

Nuestra querida tierra gime de dolor, al ver una generación perdida de sus padres, queriendo encontrar fuera lo que no hallaron dentro, lo que se extravió...

Nuestra querida tierra gime de dolor, de ese dolor que seca los huesos y nos hace levantar más que la voz, de ese dolor que nos arranca las fuerzas y nos hace poner en pie...

Nuestra querida tierra gime de dolor, al ver la desesperanza en los ojos de sus hijos, que con coraje arremeten contra todo lo que se pone enfrente...

Nuestra querida tierra, nuestra bella herencia, pide a gritos, clama justicia, busca la paz... Pero ha tomado el sendero equivocado, ha perdido la fe. Hoy más que nunca, en la más densa obscuridad, hay un camino y una esperanza, no permitamos que el dolor nos cegue y nos conduzca a más dolor, recuperemos la fe... son más poderosas las rodillas que las armas...

¡Seamos valientes de verdad! Seamos atrevidos para enderezar nuestras propias sendas, y entonces si, clamar al que está en lo alto; Seamos valientes para salir de nuestra comodidad, luchemos con el mal que está dentro para poder vencer al que esta afuera; Seamos valientes para cambiar la mentira por verdad, para amar en vez de odiar, para perdonar y poder sanar; Seamos valientes para doblar las rodillas y levantar la mirada, para pedir perdón por lo que somos responsables...
¡Seamos valientes para poder clamar!

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