Fue un momento mágico, de esos que se recuerdan siempre... Nuevamente me sentí como una niña de cinco años, sentada frente a ti tratando de parecer coherente. Ahí estábamos, tu y nosotros, hablando de lo mismo y compartiendo la misma fe... Nuestra fe.
Pude ver en tus ojos esa luz que compartimos, pude verlo a El nuevamente en ti y pude verte a ti rodeado por El.
Gracias, mi fiel lector, por abrir tu alma y regalarme un pedacito.
Hay grandes planes por delante, mucho por conocer y mucho por hacer, de la mano de Aquel que hace en todo una diferencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario